domingo, enero 04, 2009

Mis deudas ilegítimas

Si algo debemos reconocer de estos socialistas del siglo XXI es que son sabidísimos. Se las saben todas. Nadie les ve la cara.

Pasado el año de gordas vacas petroleras, con barriles de más de cien dólares, y efectivo cayendo a montones, llegó la hora de ajustarse los cinturones. Pero como buen gobierno socialista, el nuestro no entiende eso del ahorro. Eso de guardar en las buenas épocas para poder resistir las malas épocas no va con ellos.

El lema es gastar. Gastar más allá del gasto en lo bueno: carreteras, salud, educación e infraestructura. Gastar en casas de mala calidad, y luego en publicidad para explicar que las casas en realidad son unos palacios. Gastar en bonos, y luego en publicidad para contarnos lo maravilloso que es el bono. Gastar en aviones presidenciales, en armas para atacar a enemigos que no tenemos, en absurdos viajes a Irán, en estadios a medio construir, en dueños del circo a la fuga. No hay límite al gasto. Ni aunque el petróleo se venda a precio de huevo.

Y como el gasto debe continuar, pero la plata empezará a escasear, nuestro gobierno sabido y revolucionario, en lugar de ajustarse pantalones, decide algo más acorde con su altivez y soberanía. No pagar las deudas. Realizar un estudio cuya conclusión estaba lista al mismo tiempo que la introducción. Y decretar que en realidad no debemos plata. Nuestras deudas no lo son. No debemos pagarlas. Hay que pelearlas. Lindo mi gobierno de la revolución. Por eso lo continuaremos reeligiendo.

Siguiendo el ejemplo revolucionario de mi gobierno, mi resolución para este año que comienza es tampoco pagar mis ilegítimas deudas. Y es más. Voy a pedir que me devuelvan la plata de deudas pasadas que pagué inocentemente, cuando mis líderes socialistas no me habían abierto los ojos a las injusticias y atropellos de los bancos y tarjetas de crédito.

Empezaré por no pagar más las letras de mi carro. Me lo compré hace un año. Y me toca pagar mes a mes un pedazo de capital e intereses. Es una deuda injusta, inmoral e ilegal. Primero, me hicieron firmar un papel en el que yo daba mi autorización para que me debiten automáticamente los pagos de mi cuenta bancaria. ¡Tremendo atropello! No solo que se llevan mi plata, sino que lo hacen el mismo día de cada mes sin avisarme. Sin que yo firme un cheque. Estos inmorales se la llevan de mi cuenta solo porque alguna vez, en medio de la emoción del carro nuevo, ciegamente firmé un papelito. Por donde se la mire es una deuda ilegítima. Mi soberana decisión es no pagar ni un centavo más.

Tampoco voy a pagar varios tramos ilegítimos de mi tarjeta de crédito. Empezando por esas cuentas de bares y discotecas. Yo no me acuerdo haber firmado ese voucher de 140 dólares por unos supuestos vodkas, whiskies y rondas de tequilas. Me quieren engañar diciendo que esa noche invité a medio bar. Está clarísimo que el administrador del bar se aprovechó de la ocasión y mi forzó a firmar. Ilegitimidad total. Además, eso de que a uno le den una tarjeta de consumo en la que el salonero va marcando una rayita por cada whisky consumido demuestra una total maldad y deseos de engañar. ¿Cómo sé yo que no me ha marcado rayitas de más? Deuda ilegal. No la pienso pagar.

Tampoco pienso pagar las cuotas de ese plasma. Me engañaron. Me aseguraron nitidez total, y a veces la imagen no sale tan buena que digamos. Y me dijeron que serían una cuotitas mensuales, pero estas de “itas” no tienen nada.

Finalmente no moveré medio dedo para pagar mi ilegítima cuenta de luz. La muy descarada llega mes a mes bajo la puerta de mi casa. ¿Y cómo se yo que me cobran lo correcto? En ningún lugar de esos medidores de luz aparecen los ciento setenta dólares que me están cobrando. Yo veo puros numeritos en desorden. Pero viene un técnico dizque a leer esos números, y en un segundo te clava una cuenta totalmente injusta.

Podría seguir de largo con todas las deudas ilegales, ilegítimas y maliciosas que no pagaré este año. Hoy mismo entro en moratoria. Si el gobierno revolucionario lo hace, puedo hacerlo yo también. Y si con mi moratoria los bancos yo no me quieren prestar plata, allá ellos. Acudiré donde mis amigos chulqueros, y sin problema me consigo otro préstamo.

¡Qué suerte que vivimos estas épocas revolucionarias! Me han ahorrado una buena plata con tanta deuda ilegítima que no pagaré. Y con eso, podré comprarme una nueva televisión, más grande y esta sí nítida de verdad, en cómodas cuotitas mensuales.


* Publicado en revista Clubes de enero.

No hay comentarios: