jueves, enero 13, 2011

Los buenos presos


Rafael Correa está con los presos. Simpatiza con ellos. Les recuerda que “siempre hay una segunda oportunidad”. Les ofrece construir nuevos pabellones. Les pide que lo ayuden a disminuir la delincuencia. Alguna vez, hasta quedó “turulato” ante la belleza de una joven prisionera extranjera.

Para Correa la mayoría de los presos son buenas personas que cometieron un error. Y tiene en parte razón. A muchos de ellos la pobreza, el desempleo, o una escasa educación los llevaron a la delincuencia. Y hoy cumplen condenas por robar una fracción de lo que han robado ladrones de saco y corbata que se pasean tranquilos. Pero al hablarles, Correa no hace distinción entre el que robó una gallina o mató por un celular.

Podemos entender las razones personales que llevan a Correa a ver en los presos buenas personas que solo cometieron algún error. Pero una cosa es la preocupación por sus derechos y su rehabilitación. Otra es ponerse del lado de ellos, casi como si le preocupara más el bienestar del asesino que de la víctima. Las prioridades y afinidades de Correa parecen alrevesadas frente al problema de la inseguridad.

Correa demuestra una preocupante ingenuidad al pedir a los presos ayuda en combatir la delincuencia y culpar a otros por su situación. “Estamos con ustedes… si han cometido errores, no los vuelvan a cometer. Díganle a la gente que nos ayude a luchar por la seguridad ciudadana” dijo Correa en la penitenciaría del Litoral. Y calificó de “cavernarios”, “trogloditas” y “derecha retrógrada” a quienes buscan el endurecimiento de las penas contra los delincuentes, acusándolos de querer que “la gente se pudra en las cárceles”.

Correa debería guardarse para sí mismo su simpatía hacia los presos.

El delincuente en la calle y tras las rejas necesita recibir mensajes y acciones firmes del Gobierno contra quienes roben, secuestren, maten. Pero el mensaje de Correa es lo contrario: los presos son los buenos, los malos son quienes no se preocupan por su rehabilitación. El enemigo no es el asesino o ladrón. Es la oposición.

Mientras tanto, algún delincuente que apunta a su víctima piensa: Correa es mi pana. Él comprende que robo por necesidad. Él sabe que en el fondo soy buena gente y me ayudará.

Muy bien que Correa se preocupe por la rehabilitación de los presos y mejorar las condiciones en las cárceles. Adelante. Tiene razón que la solución no está en encerrarlos para que se pudran, sino en convertirlos en personas útiles a la sociedad con verdaderos programas de rehabilitación. Los derechos humanos son para todos, incluyendo los presos. Pero esto de poco servirá si el Presidente no asume su papel con posturas, declaraciones y acciones prácticas, firmes y duras contra la delincuencia.

Correa sabe que la inseguridad es la principal preocupación de los ecuatorianos. Y la principal crítica a su Gobierno. Sabe que tomar un taxi o salir a caminar en la ciudad es jugarse la vida, o al menos la billetera y el celular. Que se deje de ingenuidades. Que reorganice sus afinidades. La violencia e inseguridad no se frenarán presentando a los delincuentes como víctimas de la sociedad, antes que a la sociedad como víctima de la delincuencia.

2 comentarios:

Hugo Escalante dijo...

Que tema más álgido. Cómo entender la vida de otros si cada vida es tan particular

Anónimo dijo...

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